Para conocer los orígenes de
Ciudad Rodrigo, hemos de
remontarnos al Paleolítico
Inferior, aunque los
hallazgos más espectaculares
corresponden al Paleolítico
Superior: se trata de la
estación rupestre de Siega
Verde (a 10Km al noroeste de
la ciudad), donde podemos
encontrar, además de numerosos y
bien conservados grabados,
diferentes tipos de estructuras
megalíticas como dólmenes.
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El yacimiento de la
Giera deja
constancia de la Edad
del Cobre y de la
Edad del Bronce, la
pieza más representativa
es el ídolo de
Ciudad Rodrigo. En
cuanto a la Edad del
Hierro, contamos con
un magnífico verraco
de granito, situado hoy
en la Plaza del
Castillo.
A partir de la
Segunda Edad del Hierro,
fueron los vetones
quienes se asentaron en
el terreno que ocupa hoy
nuestra ciudad.
Desde el s. II a.C.
se produjo el contacto
de los vetones
con los romanos,
que terminó con el
dominio de Roma. Este
territorio quedó
englobado en la
provincia de
Luistania. Las
Tres Columnas que
forman el emblema de
Ciudad Rodrigo
corresponden a esta
época, al igual que
varias inscripciones que
se conservan aún hoy.
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No se conocen muchos
datos del periodo
altomedieval.
A partir de 1161,
la ciudad conoció un
gran impulso político y
eclesiástico, gracias al
Rey Fernando II de
León, cuya intención
era crear una plaza
fuerte para la defensa
ante posibles
enfrentamientos contra
portugueses y almohades.
Para ello, lleva a cabo
una política de
repoblación: le da
fuero, la defiende con
murallas y la eleva a la
categoría de obispado.
Los conflictos militares
fueron frecuentes
durante la Edad Media,
debido a su condición de
ciudad fronteriza. Así,
Ciudad Rodrigo fue
escenario de la guerra
civil protagonizada por
Pedro I y
Enrique II de Trastamara.
La ciudad volvió a ser
centro de disputa en el
momento de la Guerra
de Secesión a la
Corona de Castilla entre
Isabel la Católica
y Juana la Beltraneja.
Dado que la ciudad
terminó por defender la
causa isabelina, los
Reyes
Católicos
concedieron
el
privilegio
de celebrar
un
mercado
franco
todos los
martes.
Con el
inicio de la
expulsión de
los judíos,
en 1492,
Ciudad
Rodrigo fue
uno de los
puntos con
mayor
afluencia
desde
Castilla
hacia
Portugal.
Posteriormente
se fue
consolidando
una
importante
población de
conversos,
debido a que
algunos
judíos
volvieron
para
bautizarse.
Nuestra
ciudad vivió
su edad
dorada en el
siglo XVI,
cuando hubo
una gran
actividad,
gracias a la
estabilidad
política y
la
reaparición
económica.
Ya en el
siglo XVII,
numerosos
conflictos
suponen un
duro
desgaste. Se
trata de la
Guerra de
la
Independencia
de Portugal
(1640-1668) y
la
Sucesión a
la Corona
española
(1700-1714),
durante las
cuales, los
saqueos,
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robos,
asedios...
van minando
la riqueza
económica y
demográfica
de la ciudad
y su
comarca.
Pero los
momentos más
duros para
Ciudad
Rodrigo
ocurrieron
con la
Guerra de la
Independencia
(1808-1812).
La situación
de plaza
fronteriza
la hizo ser
objeto de
dos sitos:
el francés
de 1810 y el
inglés de
1812, que
originaron
grandes
daños. En
1812,
Lord
Wellington
reconquistó
la ciudad,
motivo por
el cual, la
Corona
Española le
otorgó el
título de
duque de
Ciudad
Rodrigo.
Entre
1851 y
1951,
no hubo
Obispado en
nuestra
ciudad,
estando bajo
la
administración
de la
Diócesis de
Salamanca.
En 1936,
con el
estallido de
la Guerra
Civil,
se vuelven a
vivir
situaciones
dramáticas,
que
finalizarán
al terminar
el
conflicto,
tres años
más tarde.
En los
años 60,
Ciudad
Rodrigo y su
comarca
sufren un
gran
despoblamiento
debido a la
emigración
hacia el
extranjero y
a otros
puntos más
industrializados
de España.
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